Como se recordará hace unas fechas se retiró la llamada cruz de los caídos de la emblemática Plaza del Pan de nuestra localidad. Los responsables municipales (tan aseaditos, políticamente hablando, y para no enturbiar la paz y los votos) adujeron a motivos estéticos esta actuación. No faltaron voces discordantes en cuanto a la simbología de reconciliación que el monolito significaba, etc. Ya en su momento declaré como esta cruz, erigida a los caídos por dios y por la patria, elevada por los que se sublevaron contra la Democracia y el orden Constitucional que encarnaba la República, no podía ser ningún acto de reconciliación si, además, representaba a uno de los poderes fácticos que fueron colaboradores necesarios e imprescindibles para que los golpistas provocaran la guerra civil y la posterior represión dictatorial franquista.
Ahora se ha trasladado a un lugar cercano al Cementerio MUNICIPAL (y lo pongo en mayúsculas por que es un recinto de todos). Ahora no les ha importado razones estéticas se ha instalado en un lugar “adecuado” y no resuelve el problema de fondo, la retirada de toda simbología que haga mención al franquismo (artículo 15 de la coloquialmente llamada Ley de la Memoria Histórica). Es más, dentro de este cementerio hay otra que honra de igual manera a aquellos que se sublevaron, cerca de donde yacen centenares de personas (la mayoría anónimas) en una fosa común, asesinadas por los que se arrogaron la justicia con la cruz y la espada. Al parecer no hay voluntad política ni para cumplir lo que ellos mismos aprueban. Ya sabemos que estamos en una democracia de conveniencias y que nuestros progres de diseño no quieren molestar a la jerarquía católica, por mucho que en nuestra santificada Carta Magna hable de un Estado aconfesional.
El pasado domingo se cumplió el 70 aniversario de la muerte de D. Antonio Machado. Ese hombre bueno que murió de pena en el exilio francés viendo como los sueños de su patria de vivir en libertad y democracia se esfumaban. Algunos han llamado a traer sus restos a España, estoy en contra. Desde luego hay motivos suficientes, él se declaró Republicano y por ella luchó con su pluma, con su excelso verso, con su maravillosa prosa. De la España de charanga y pandereta, devota de Frascuelo y de María, de olor a cera y sacristía, queda mucha, y él estaba en contra de esa parte de su patria que le helaba el corazón.
Si el traslado de la cruz es ejemplo de algo, es de todo lo contrario a una normalización democrática y a un deseo de retirar los homenajes a los que dejaron a este país como una inmensa tumba, una enorme fosa común.
Emilio Sales Almazán
Foro por la Memoria de Toledo