SOBRE LA REHABILITACIÓN
PÚBLICA Y DEMOCRÁTICA DE LA FIGURA DE JULIÁN
GRIMAU. PRESENTADA POR EL GRUPO PARLAMENTARIO FEDERAL DE IZQUIERDA
UNIDA.
(Número de expediente 161/001341.)
El señor VICEPRESIDENTE: Pasamos a la
siguiente iniciativa del orden del día, sobre la rehabilitación
pública y democrática de la figura de don Julián
Grimau. Es una iniciativa del Grupo Parlamentario Federal
de Izquierda Unida y para su defensa, tiene la palabra el
señor Rejón.
El señor REJÓN GIEB: No sé si tomar palabra,
porque después de lo que le han dicho a una diputada
por pedir que hagan una casa-cuartel, imagínese lo
que me pueden decir a mí por pedir la rehabilatación
pública de Julián Grimau, pero como va en el
sueldo, allá voy.
Cuando estaba preparando esta cuestión -lo digo con
toda la seriedad del mundo, al igual que lo anterior, aunque
utilizara un tono jocoso- podía haber utilizado cualquiera
de las historiografías y de la geografía que
suelen tener las fuerzas políticas laudatorias internas.
No me parecía oportuno y por eso recurrí a un
libro que se publicó en 1986, que fue un auténtico
boom dentro del mundo de la izquierda, de Gregorio Morán,
Miseria y grandeza del Partido Comunista de España,
que fue un alegato durísimo y muy crítico sobre
el Partido Comunista. Yo por eso voy a leer algunas de las
referencias que en ese libro se hacen a la persona de Julián
Grimau, diciendo que fíjense que me he traído
el libro más crítico. ¡Hombre!, evidentemente
había otro libro más crítico, pero no
he podido pasar esta mañana por la Fundación
Francisco Franco para traerme los libros críticos en
este sentido.
Dice el libro de Morán: "Julián Grimau
era uno de esos militantes que consideraba un honor que el
partido le encargara las misiones más difíciles,
no ponía jamás pegas".
Antes hemos estado hablando de la emigración; él
es uno de estos que también tuvo que emigrar, que luego
vuelve, vuelve por disciplina a montar, a seguir montando,
junto con personas de la izquierda, la oposición al
franquismo, se tira cinco años en la clandestinidad
en Andalucía y en Madrid, y en ese contexto fue detenido
por la policía el 7 noviembre de 1962, va a hacer unos
40 años aproximadamente.
Dice: "La policía no sabía mucho más
cuando le detuvo en el autobús que unía las
plazas de Roma y Cuatro Caminos. Hasta que él no diga
su nombre y se ponga en marcha el aparato policial y político,
Grimau no era más que un dirigente que como tal iba
a ser torturado según los procedimientos habituales
del Ministerio de Gobernación. En principio no arriesgaba
la cabeza, si bien arriesgaba la dentadura, los ojos, la piel
y los testículos. Pero el régimen consideró
el caso
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Julián Grimau como la oportunidad que le brindaba la
casualidad para recordar a su gente que los comunistas de
1962 eran los mismos que ellos habían vencido en la
guerra y que por eso mismo, frente a ellos, no había
más procedimiento que el que se había aplicado
a partir del 18 de julio: denunciarles primero, calumniarles
después y masacrarles al fin. El franquismo volvía
a ser durante el caso Grimau una foto ampliada de sus señas
de identidad, de su fascismo, que salió a flote tanto
en el comportamiento policial como en la utilización
falaz y extorsionada de su figura cuando se iban a cumplir
25 años del final de la guerra.
El desarrollo del juicio vino a añadir elementos a
la corrupción y dependencia de la judicatura respecto
al régimen, fue una siniestra farsa en la que Julián
Grimau iba a ser la víctima. El aparato represivo jurídico-informativo
del franquismo se volcó contra él, y si bien
fracasó en una parte de su plan, en aquella de aislar
y desenmascarar al Partido Comunista y su reconciliación
nacional, que se vio fortalecida, sí acertó
a demostrar que el filo de su espada no estaba tan mellado
como se creía y no se dejaría arrinconar fácilmente.
Franco frente al mundo. Ganó al dictador, si se puede
llamar victoria al fusilamiento de un ciudadano por acusaciones
que con la misma vara de medir hubieran obligado a ejecutar
al propio sistema que le acusaba. No era precisamente el régimen
quien tenía autoridad moral alguna para acusar a un
hombre por hechos represivos cometidos durante la Guerra Civil,
tanto más si los mismos acusadores habían seguido
haciéndolo más injustificadamente hasta aquel
mismo momento. La percepción política que hoy
se puede hacer es que Franco quiso dejar bien claro que la
herida de la Guerra Civil estaba abierta y que de ella y su
victoria extraía su fuerza. La misma base de la condena
a muerte especificaba que se trataba de un delito de rebelión
militar continuado y por eso mismo cualquier otro dirigente
del partido podría haber sido incluido bajo dicho apartado.
Desde su detención el día 7 de noviembre fue
torturado sin límite en la Dirección General
de Seguridad. Cuando llevaba más de 48 horas enfrentado
a ese trato cayó, entre comillas, por la ventana. Por
los diversos testimonios, incluido el informe médico,
el cálculo de probabilidades indica como más
plausible que fuera la propia policía quien le arrojara.
No es sencillo que él mismo, en un intento supremo
por terminar de una vez, se arrojara fuera. Para hacerlo se
necesitaban fuerzas, carecer de vigilancia y una ventana limpia
de obstáculos, condiciones todas que no se daban en
ese caso. No hay ningún precedente en la amplísima
lista de torturados en la DGS de la Puerta del Sol. Los mismos
informes oficiales son casi una prueba de su autoinculpación.
De todos modos, la discusión es de un bizantinismo
siniestro, dilucidar si las torturas policiales le llevaron
a tirarse por la ventana o si fue la policía quien
lo tiró. Su posterior comportamiento deja fuera de
dudas su valor y la fuerza de su carácter. Grimau era
un cuadro político con las limitaciones y la capacidad
que ello suponía en 1962, pero su entereza y el arraigo
de sus convicciones no se cuestionan. Pronto supo que iba
a morir a menos de traicionar, y lo asumió con una
dignidad de la que carecieron policías, jueces y ministros.
Para ponerle al caso su lado trágico-cómico
y como si un duende bondadoso facilitara al PCE su campaña
desenmascadora, el comandante auditor y principal acusador
de Grimau, Manuel Fernández Marín, era un perillán
fraudulento y marrullero que había falsificado, gracias
a sus méritos de guerra y de posguerra, el título
de abogado. Tan solo había hecho dos asignaturas de
primer curso en la Universidad de Sevilla. La guerra, la pistola
y los tiempos que corrían hicieron de él un
hombre ideal para acompañar al juez coronel Eymar.
Frente a ellos, un defensor militar, capitán Alejandro
Rebollo, no podía hacer nada pese a su esfuerzo; una
mascarada que acabó con pena de muerte.
La sentencia la ejecutaron un sábado a las cinco y
media de la madrugada en el campo de tiro de los cuarteles
de Campamento, en las afueras de Madrid. Se encargó
un pelotón de soldados del regimiento Guatarrás
allí acuartelados. Fue el 20 de abril de 1963.
Aquel crimen político no era la representación
de la fuerza del régimen, pero tampoco era la prueba
de su debilidad; refleja sólo la naturaleza de su fuerza,
que el tiempo podía ser su debilidad, porque veintitantos
años después de la guerra Franco se mantenía
en las mismas coordenadas de su victoria bélica.
Las manifestaciones en el mundo se sucedieron durante y después
del proceso. No sólo la intelectualidad mundial sino
los gobiernos trataron de parar la mano del dictador, desde
el laborista Harold Wilson hasta Nikita Kruschev. En España,
hombres como Joaquín Ruiz Jiménez, en su condición
de cristiano y ex ministro, visitó a hombres claves
del gabinete: Muñoz Grandes, Fraga, Castiella, pero
no tuvo éxito. La intelectualidad, tanto la opositora
como la oficiosa, respondió tratando de salvarle la
vida: Laín Entralgo, Bergamín, Aranguren, e
incluso el solitario y esquivo Javier Zubiri manifestaron
su deseo de no más crímenes, frente a tanto
silencio que sería curioso hoy revisar. Menéndez
Pidal, don Ramón, se convirtió en viajero a
sus 93 años y visitó en Toledo al cardenal primado
y se vistió de gala para ir al Pardo la misma madrugada
que le dijeron que ya no era necesario, el crimen se había
consumado.
Unos meses antes, desde el mes de julio de 1962, el régimen
tenía un nuevo gobierno, una de cuyas figuras era Manuel
Fraga Iribarne, ministro de Información y Turismo.
Quizá la característica más llamativa
es que Fraga y su equipo adoptaron una actitud ofensiva allí
donde desde hacía algún tiempo había
la defensa como respuesta. Se comprobará en tres ocasiones:
durante los documentos de 1963 contra la tortura, en el aprovechamiento
de la crisis y durante el caso Grimau; en las tres se recurrió
como tónica dominante a la intoxicación
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y su caldo de cultivo, la extorsión de los hechos y
la falsedad.
El caso Grimau constituyó la prueba de fuego de su
recién conquistado ministerio. Flanqueado por su ayudante
de campo, Manuel Jiménez Quiles, y por Adolfo Martín-Gamero,
años después también ministro de Información
y Turismo, por citar los más sobresalientes, Fraga
afrontó la primera rueda de prensa en noviembre de
1962 avanzando las bases de un dossier de supuestos crímenes
de Grimau, a quien Fraga denominó ese caballerete".
Yo soy de los que considera que la Guerra Civil ha terminado,
a Dios gracias, hace mucho y hoy estamos en una democracia
y en libertad, y ya está bien que en la democracia
y por la democracia hombres como Fraga hayan terminado rehabilitándose;
eran unas personas que en su momento lucharon contra la libertad
y la democracia, pero sería duro que cuando ya tenemos
esa democracia, esa libertad conquistada, uno de los verdugos
esté rehabilitado y la víctima siga sin rehabilitar.
El señor VICEPRESIDENTE: ¿Grupos parlamentarios
que quieran fijar su posición en el debate? Por el
Grupo Mixto, tiene la palabra el señor Aymerich.
El señor AYMERICH CANO: Quiero apoyar, como no podía
ser de otra manera, esta proposición no de ley del
Grupo Federal de Izquierda Unida, manifestar que es necesario
recuperar la memoria, que la historia no sobra, como tantas
veces se suele afirmar, y hay mucha gente a quien le sobra
la historia y se niega a condenar golpes de Estado, dictaduras
sanguinarias, con el argumento de que eso es el pasado y el
pasado no conviene recordarlo, el pasado no conviene desenterrarlo,
así como personificar en la persona, en la figura de
Julián Grimau a tantos otros luchadores antifascistas
que murieron en la guerra, en el exilio o en las cárceles
franquistas, también muchos de ellos nacionalistas
gallegos como Alexandre Bóveda.
Recordaba ahora el portavoz de Izquierda Unida la actuación
de Manuel Fraga en estos hechos, en estos tristes hechos.
Hay otro libro algo más reciente, La memoria insumisa,
de Nicolás Sartorius y de Javier Alfaya, en el que
también se recuerda la actuación de Fraga y
cómo cuando un grupo de mujeres fue a visitarlo pensando
que estaban ante una de las figuras aperturistas, se decía,
del régimen, para interceder por la vida de Julián
Grimau, ya gravemente torturado, con graves lesiones después
de que hubiese sido lanzado por una de las ventanas de la
Dirección General de Seguridad, el señor Fraga
les contestó simplemente: "¿Y qué
quieren que haga si el señor Julián Grimau insiste
en tirarse por la ventana?".
Bueno, eso demuestra la catadura moral y la generosidad de
la persona que hoy nos gobierna en Galicia, pero también
hago mías las palabras del portavoz de Izquierda Unida:
bienvenida sea la rectificación de este hombre si la
rectificación hubiese existido, porque en ningún
momento hubo condena por parte del señor Fraga del
régimen franquista, tampoco por parte de su partido,
en ningún momento el señor Fraga hizo aunque
sea la más mínima autocrítica de su pasado,
incluso ya como presidente de la Xunta se permite prologar
libros en los que se ensalza o se minimiza el holocausto judío.
Esta es la realidad y éste es el Estado que tenemos
hoy en la España del año 2002. Aprobar la proposición
no de ley de Izquierda Unida yo creo que nos ayudaría
a todos a recuperar la memoria, a que también las nuevas
generaciones recuperen la memoria y a saber algo muy simple,
que no todos fueron iguales, que hay quienes lucharon por
la democracia y hay quienes estuvieron sosteniendo un régimen
fascista y un régimen sanguinario.
El señor VICEPRESIDENTE: Señora Uría.
La señora URÍA ETXEBARRÍA: Visto el tenor
de la iniciativa y conocido quién iba a ser su proponente,
su cultura histórica y su capacidad oratoria, esperaba
una buena intervención, y así ha sido la que
el diputado señor Rejón ha efectuado. Tiene
usted mi felicitación y desde luego tendrá también
nuestro voto.
Mi formación política una y otra vez ha traído
a la Cámara, tiene ya tradición en ello, iniciativas
en las que se pueda reconocer como víctimas a quienes
lo fueron por defender valores vinculados al pluralismo político
y a la defensa de las libertades prohibidas cuando esta violencia
se ha padecido desde quienes detentaban en determinados momentos
políticos el poder. Hemos presentado también
en las leyes de acompañamiento una y otra vez el que
se indemnice y se reconozca a quienes padecieron prisión
más allá de aquel escueto reconocimiento de
a quienes habían superado tres años de prisión,
obteniendo siempre el voto negativo de la fuerza mayoritaria,
teniendo en cuenta además que acreditan escasa sensibilidad
cuando son precisamente cada vez menos las personas que de
aquellos tiempos quedan. Hemos pretendido incluso en alguna
ocasión la condena del régimen franquista, también
con los resultados de todos conocidos.
El que nuestras pretensiones hayan sido de generalidad no
nos impide el reconocer el supuesto concreto traído
hoy por el Grupo Federal de Izquierda Unida. Fíjense
que son sucesos ocurridos en el año 1962-1963, y yo
los recuerdo con nitidez a los 10 años que tenía,
supongo que es que debí ser una niña muy politizada
o que incluso en la opacidad del régimen franquista
de aquella época ciertos sucesos trasladaban la sensibilidad
de la ciudadanía, que reconocía ciertos bienes
y valores y que reconocía el estar viviendo en una
dictadura, y esas circunstancias, a pesar, repito, de no ser
excesivamente publicadas en prensa, sí llegaron a los
ciudadanos, a la ciudadana tan pequeña que entonces
era yo.
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El caso Grimau desde luego se convirtió en un acontecimiento
político muy significativo y por ello va a tener nuestro
voto, por supuesto, y que nosotros queramos más, que
nos gustase un reconocimiento general, no nos lleva a desconocer
lo que significó y lo que fue el caso de Julián
Grimau, que, como he dicho al comenzar mi intervención,
tendrá por supuesto nuestro voto.
El señor VICEPRESIDENTE: Señor Silva.
El señor SILVA SÁNCHEZ: También para
anunciar el voto favorable del Grupo Parlamentario de Convergència
i Unió a la proposición no de ley presentada
por el Grupo Parlamentario de Izquierda Unida.
La verdad es que la lectura que ha hecho el señor Rejón
conmueve, y para los que en aquella época teníamos
pocos añitos, un par de años, pues a veces es
bueno refrescar la memoria, saber de dónde venimos,
adónde vamos, lo que ha costado lo que tenemos, siempre
desde una perspectiva de reconciliación y de mirar
desde luego hacia el futuro.
Mi grupo parlamentario ha votado también favorablemente
diversas iniciativas que a lo largo de esta legislatura, de
legislaturas pasadas, han ido goteando, por así decirlo,
en esta Comisión de Justicia y que también tenían
por objeto el reconocimiento y la rehabilitación de
personas que sufrieron, en este caso incluso murieron, en
su lucha por la libertad. En algunos casos se trataba de colectivos,
hemos hecho referencia a los exiliados, hemos hecho referencia
a los guerrilleros, hemos hechos referencia también
a los homosexuales; en otros casos nos hemos enfrentado ante
situaciones individuales, yo quiero recordar aquí los
supuestos del president Companys de la Generalitat de Catalunya
o del propio fundador del partido al que me honro en pertenecer,
el caso de Manuel Carrasco i Formiguera, que fue fusilado
en el año 1938.
Al igual que ha manifestado la portavoz del Grupo Parlamentario
Vasco, mi grupo cree que también es bueno efectuar
algún tipo de actuación o de reconocimiento
global, por eso, de la misma manera que han hecho algunos
otros grupos, concretamente el Grupo Parlamentario Vasco,
mi grupo, sin ánimo ni de protagonismo ni de exclusión,
presentó a finales de junio de este año una
proposición de ley de solidaridad con las víctimas
de la lucha por las libertades y de la transición a
la democracia que pretendía precisamente eso, que se
efectuase ese reconocimiento y esa manifestación de
solidaridad con aquellas personas que, luchando por el pluralismo
político, por el reconocimiento de los derechos, sacrificaron
buena parte de su vida y en algunos casos toda su vida.
Por lo tanto, votaremos favorablemente la proposición.
Bueno es conocer la historia aunque sólo sea por aquello
de que hagamos lo posible para que no se vuelva a repetir.
El señor VICEPRESIDENTE: El señor Mayoral tiene
la palabra.
El señor MAYORAL CORTÉS: El Grupo Parlamentario
Socialista va a apoyar esta proposición no de ley y
esperamos que, tal y como se están manifestando los
grupos, finalmente tengamos una unanimidad absoluta en relación
a este asunto que nos trae el señor Rejón esta
mañana.
Desde luego se trata de un caso, como hemos oído ya
en varias intervenciones, que realmente conmocionó
a una generación que ya estaba olvidando los horrores
de la Guerra Civil pero que vino a demostrar que el franquismo
que había surgido de la Guerra Civil necesitaba todavía
la Guerra Civil para mantenerse vivo.
Veinticuatro años después, que eran los que
habían pasado desde que terminó la Guerra Civil,
se produce la detención, la acusación de un
delito, como decía el señor Rejón, de
auxilio a la rebelión continuado; es una paradoja que
fueran acusados los que defendieron al Gobierno de la República
de auxilio a la rebelión. Se produce el consejo de
guerra sumarísimo, el fusilamiento, y finalmente tenemos
otra vez esa escena de la España negra, de la España
de vivan las cadenas, una imagen que horrorizó a los
demócratas europeos, que avergonzó a los españoles
que creían en la democracia, en los valores y en los
derechos humanos.
Mientras tanto, evidentemente, ya se estaba preparando la
celebración en el Ministerio de Información
y Turismo de aquella famosa campaña de los 25 años
de paz que dirigió, como todo el mundo sabe, el señor
Fraga.
Aquella no era la paz de todas maneras que necesitaba el pueblo
español y que esperaba el pueblo español, era
una falsa paz, puesto que, como se había demostrado
recientemente en los hechos históricos, no se fundamentaba
en la reconciliación, no era aquella paz que proclamó
y por la que clamó el presidente Azaña, aquella
famosa frase de "paz, piedad, perdón", que
desde luego nadie quiso hacer realidad dentro del ámbito
de lo que significó el régimen franquista. Fue
finalmente la democracia la que trajo la desaparición
de consejos de guerra por delitos considerados políticos
(también es verdad que la consideración de delito
político era una regresión importantísima
que padecía nuestro país), la desaparición
del tribunal del orden público, la desaparición
de la brigada político-social, etcétera, etcétera.
Eso lo trajo la democracia, la finalización de este
conjunto de horrores, y el triunfo de los valores por los
que lucharon la mayor parte de los exiliados, represaliados,
encarcelados, fusilados por el régimen de Franco, eso
ha significado el régimen democrático, el triunfo
de esos valores, y finalmente también la realización
de la frase del presidente Azaña de "paz, piedad
y perdón" que se demandó en aquel momento,
que no pudo hacerse realidad y que empezó a serlo de
alguna manera a partir de la restauración del sistema
democrático. Pero este lema, que nosotros consideramos
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en vías de práctica realización, del
presidente Azaña no tiene que significar por otra parte
el olvido; la paz, la piedad y el perdón que pidió
Azaña no tienen por qué ser cómplices
de la injusticia, del olvido y de la marginación, y
de esto es de lo que se trata.
Izquierda Unida ha traído aquí el caso de Julián
Grimau, nosotros, los socialistas, podríamos traer
muchos casos más, y esto lo que quiere decir es que
quizá para alcanzar la plenitud democrática,
la vigencia de los valores democráticos en nuestro
país, todavía queda pendiente algún acto
de reconocimiento y de reparación que los demócratas
de todo tipo tenemos que realizar, y como anticipo a este
síntoma de normalidad que algún día esperemos
que llegue, repito, y de plenitud democrática, bien
está que apoyemos esta iniciativa de Izquierda Unida
pidiendo la rehabilitación pública y democrática
de la figura de Julián Grimau.
El señor VICEPRESIDENTE: En nombre del Grupo Parlamentario
Popular, tiene la palabra el señor Atencia.
El señor ATENCIA ROBLEDO: En nombre del Grupo Popular
tengo la oportunidad y el placer de intervenir en esta iniciativa.
No voy a entrar en los hechos porque me parece que en lo que
tenemos que entrar es en el contexto de las resoluciones políticas
que en este momento político podemos tomar, hechos
que se acaban de alegar y que ha planteado con tanto respeto
y con la brillantez que le caracteriza, independientemente
de las coincidencias o diferencias que podamos tener, el señor
Rejón, a quien, como él sabe, respeto y estimo
desde hace mucho tiempo. Y tenía cuatro años
en ese momento y hoy se da la circunstancia de que me toca
intervenir en nombre de este grupo. Cuando tiene uno cuatro
años no tiene ni conciencia ni posibilidad de tomar
conciencia en ese momento de las circunstancias salvo después
de los hechos, pero me permite también hablar, como
nos ocurre a todos los que estamos aquí, en una situación
de tranquilidad, como el conjunto de la sociedad española.
Curiosamente, señor presidente, lo que es una iniciativa
de Izquierda Unida (que anticipo que este grupo no va a respaldar
por razones que después plantearemos) que lo que busca
es una rehabilitación en términos políticos,
morales y ciudadanos, alguno ha pretendido convertirla en
un juicio histórico, un juicio contra un padre de la
Constitución, contra alguien que fue una pieza importante
en la construcción del régimen de libertades
del que hoy disfrutamos, pieza importante en el proceso de
reconciliación nacional que entre todos los españoles
de entonces se hizo, y además presidente democrático
de una gran comunidad autónoma después de cuatro
mayorías absolutas y con un amplio reconocimiento del
conjunto de la ciudadanía española. Me parece
que comete un tremendo error quien quiera hacerlo.
Señor presidente, yendo a la cuestión, creo
que no es necesario que analice y les recuerde a SS.SS., porque
he tenido personalmente oportunidad de hacerlo, lo han hecho
otros diputados de mi grupo y lo han hecho otros diputados
de otros grupos, todo el conjunto de disposiciones que desde
la conquista de las libertades, desde la recuperación
de las libertades, del acceso a la democracia en nuestro país,
se han ido produciendo como consecuencia del pacto constitucional,
como consecuencia de la elaboración de la Constitución,
de las libertades, pero también de la concordia del
año 1978 entre las distintas mayorías y gobiernos
que hemos tenido en España, especialmente en los primeros
años de la transición democrática, bien
por decisiones impulsadas por gobiernos o por mayorías
de la Unión de Centro Democrático o del Partido
Socialista Obrero Español, que nos dieron un abanico
de resolución global al conjunto de situaciones que
se habían producido como consecuencia de la Guerra
Civil y del régimen dictatorial.
Pero creo que ése no es el debate, señorías,
el debate que hoy nos planteamos no es volver a reabrir ningún
debate, la cuestión es: en España alcanzamos
un pacto constitucional y un proceso de reconciliación
nacional, por cierto, el Partido Comunista de España
tuvo un papel importante en el proceso de transición
política, en ese proceso de reconciliación nacional
y, señor Rejón, dudo mucho que el Partido Comunista
de la transición hubiese planteado esta iniciativa,
se lo digo con el mayor respeto, porque precisamente el propio
espíritu de reconciliación nacional y el pacto
constitucional llevaba a mirar hacia delante, arreglar situaciones
y no abrir un proceso revisionista. Pero es que además,
señor Rejón, la iniciativa que usted ha planteado
desde el punto de vista formal lo que hace es instar al Gobierno
a proceder de una manera inmediata a una rehabilitación
ciudadana y democrática. No sé exactamente qué
está usted proponiendo, no tengo muy claro qué
plantea, si plantea alguna medida concreta que tiene efectos
económicos o plantea una rehabilitación en términos
políticos. Si la cuestión de fondo de lo que
se plantea es la rehabilitación, una declaración
del Parlamento en términos políticos de rehabilitación
de los luchadores por la libertad, por la democracia, de los
que sufrieron represión en el régimen de Franco,
esta Cámara lo ha producido en numerosas ocasiones.
De hecho, señorías, si me permiten, en un debate
en el mes de febrero, si no me falla la memoria, me parece
que el 19 de febrero, que en el Pleno de esta Cámara
se mantuvo y que concretamente se planteaba una iniciativa
de muchos grupos de esta Cámara sobre adopción
de medidas de reparación moral y económica a
los presos y represaliados políticos durante el régimen
franquista, el diputado que les habla, en nombre del Grupo
Parlamentario Popular, defendió una enmienda de nuestro
grupo que literalmente decía: "El Congreso de
los Diputados reafirma una vez más su pleno reconocimiento
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moral a todos los hombres y mujeres que padecieron la represión
del régimen franquista por defender la libertad y por
profesar convicciones democráticas". Ya lo planteamos
nosotros en su momento. Por cierto, no se pudo aprobar porque
la cerrazón de los autores de la iniciativa impidió
que se votara por cuanto que era por vía de enmienda.
Si ésa es la cuestión, resuelta queda, perfectamente
resuelta. Ahora, si de lo que se trata ahora es de otra cosa,
si de lo que se trata es de abrir un proceso revisionista
de todo el proceso de transición política, este
grupo no puede estar de acuerdo. Si de lo que se trata ahora
es de que revisemos todo lo que entre todos hemos hecho en
estos años, o se hizo sobre todo en los primeros años
de la transición política, cerrando heridas,
restableciendo desigualdades, igualando situaciones, evitando
perjuicios y mirando todos hacia delante, este grupo, que
se siente orgulloso como ciudadano de este país de
haber contribuido a ese proceso ejemplar en el que todas SS.SS.
participaron, entiende que es un error histórico abrir
un proceso de revisión. Pero es que además ustedes
tendrán que recordar (y sus intervenciones, las de
todos los grupos, están en el "Diario de Sesiones"
de esta Cámara y del Senado) que el pacto constitucional
abría un camino no sólo para cerrar heridas
sino de trabajar un espíritu de reconciliación
nacional, en el que, insisto, el grupo más importante
de la coalición que hoy ha planteado la iniciativa
tuvo un papel relevante, y me parece que, después de
ese proceso de transición política y cuando
se han cumplido más de 25 años de las primeras
elecciones libres, la situación está perfectamente
encajada.
El Grupo Parlamentario Popular, como grupo político
mayoritario de esta Cámara pero también como
grupo político, como grupo democrático, y nosotros
como representantes de los ciudadanos nos sentimos orgullosos
de nuestra transición política. Nos parece que
abrir procesos revisionistas está fuera del sentido
de lo que hicimos en su momento y de la ejemplar revolución
que hemos tenido entre todos los españoles, y me parece
que, como decía hace unos días el académico
Charles Powell, es un tremendo error histórico hacerlo.
Por todo ello, señorías, señor presidente,
el Grupo Parlamentario Popular entiende que las situaciones
consecuencia de la Guerra Civil, tras la conquista de las
libertades que se produjeron en nuestro país, se han
ido resolviendo mediante decisiones que entre todos hemos
adoptado basadas en un espíritu de reconciliación
nacional y con el pacto constitucional, el pacto explícito
y tácito que entre todos alcanzamos. Iniciativas de
este tipo, producidas ya las rehabilitaciones globales, si
lo que quieren abrir es un proceso de otro tipo, este grupo
parlamentario, por sentido de la responsabilidad, no las va
a compartir. (El señor Rejón Gieb pide la palabra.)
El señor VICEPRESIDENTE: Señor
Rejón, yo creo que en este debate, a diferencia del
anterior, cada grupo ha expresado su posición y no
ha habido controversia.
El señor REJÓN GIEB: Señor presidente,
con su benevolencia, en un momento determinado el portavoz
del PP, con educación, como le corresponde, además
es su clase, ha dicho que si se quería otra vez remover,
que si esto era reconciliación o no reconciliación
nacional, etcétera. Mire usted, yo no quiero remover
nada, se lo puedo asegurar. Como mi familia da para mucho,
pues mire usted, a mi familia es que la masacró la
horda roja marxista y yo estoy aquí dirigiendo la horda
roja marxista, así que eso es reconciliación
nacional; es decir, yo no quiero abrir nada de eso.
Por cierto, lo mismo que a Fraga se le dio la oportunidad
vital de poderse presentar a unas elecciones y ser un padre
de la Constitución, que yo creo que todos se lo agradecemos,
a mí me hubiera gustado que determinado Consejo de
Ministros le hubiera dado la posibilidad a Julián Grimau
de haber ido de número tres en la lista del PCE de
1977.
El señor VICEPRESIDENTE: Tengo entendido, señora
Uría, que ha solicitado que la siguiente iniciativa
se retire del orden del día.
La señora URÍA ETXEBARRÍA: Sí,
señor presidente, mi intención era obtener de
la Comisión un pronunciamiento en relación con
las garantías de eficacia de la Carta de Derechos del
Ciudadano y no tanto la crítica del caso concreto que
utilizaba. Ha pasado ya tiempo desde que se introdujo en el
orden del día y tuve ocasión además en
un Pleno de hacer referencia a ese supuesto concreto. Conocido
ahora que un grupo parlamentario intenta confeccionar, para
ofrecernos a las demás formaciones políticas,
un texto que permita articular en qué forma esta Comisión
se va a convertir en órgano de garantía del
cumplimiento eficaz de la carta, prefiero de momento solicitar
el que se posponga su debate y probablemente, a la vista de
lo que se presente, mi grupo contribuirá con su firma
a esa iniciativa y retirará esta otra.
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