"Negación y
silencio" o "reconocimiento y revelación
de la información"
por Magriet Blaauw
Revista Internacional de
la Cruz Roja diciembre de 2002
11 junio 2003
"Uno debe
recordar que es capaz de olvidar". [1]
El problema de las desapariciones
afecta al mundo entero. En los últimos decenios, han conmocionado
los relatos sobre la desaparición de decenas de miles de personas
en Camboya, América Latina, Irak, Ruanda, ex Yugoslavia, Chechenia,
etc. Además, hay muchos otros casos de desapariciones de los
que nunca tendrá noticia la comunidad internacional. A pesar
de que, probablemente, la solución más eficaz a este problema
se halle en el plano nacional, la lucha contra las desapariciones
también debería implicar un esfuerzo internacional. Exige
solidaridad entre las personas y las organizaciones, y no
debe conocer fronteras [2].
El Consejo Internacional para
la Rehabilitación de las Víctimas de la Tortura colabora con
centros de rehabilitación en todo el mundo, a fin de promover
y apoyar la rehabilitación de víctimas de la tortura y de
sus familiares. La mayor parte de estos centros ofrecen apoyo
a familiares de personas desaparecidas, ya que en tiempo de
represión política grave se suelen practicar tanto las torturas
y las ejecuciones arbitrarias como las desapariciones forzosas
[3].
Las desapariciones forzosas afectan
al individuo, a sus familiares y a toda la comunidad. Los
problemas que deben afrontar los familiares de personas desaparecidas
son complejos y pueden llegar a ser insuperables. Además de
la incertidumbre acerca de la suerte que ha corrido su pariente
desaparecido, las familias suelen tener que hacer frente a
problemas económicos, sociales y jurídicos. Muchas personas
han buscado en vano durante años a un allegado desaparecido.
Conocemos a madres cuyos hijos han desaparecido y que, después
de casi treinta años, aún siguen esperando la aparición de
su hijo. Los familiares suelen resistirse a aceptar la muerte
de un miembro desaparecido y, en muchos casos, sufren síntomas
de duelo complicado, como imágenes intrusivas o crisis emocionales
graves, o niegan los efectos de la pérdida. Como consecuencia,
les suele resultar difícil efectuar las actividades habituales
del trabajo y del hogar [4].
Es necesario que se revele oficialmente lo que ha acontecido
a la persona desaparecida y que se reconozcan las consecuencias
que las desapariciones implican para los familiares .
Las desapariciones forzosas están
rodeadas de silencio y miedo. En una sociedad dominada por
la violencia organizada, se suscita una grave desconfianza
entre las personas [5].
A veces, los vecinos, compañeros de clase y otros miembros
de la comunidad evitan el contacto con los familiares de personas
desaparecidas. En el presente artículo, pasaremos revista
a algunas de las dificultades con que pueden tropezar los
familiares de personas desaparecidas, y las personas que les
prestan apoyo. Describiremos cómo puede complicarse el proceso
de duelo de los familiares si no se realiza una ceremonia
culturalmente adecuada, para dar el último adiós a la persona
desaparecida. Sin embargo, poco se sabe aún sistemáticamente
acerca de cómo se deben tratar las consecuencias psicológicas
en general de la violencia, los conflictos armados y las violaciones
de los derechos humanos [6].
Reconocemos que deberían evaluarse mejor los efectos que probablemente
tendría un número mayor de manifestaciones de duelo en la
salud física y mental de los individuos y de la población
en su conjunto [7].
Procesos de duelo y luto
Por duelo se entiende la pena,
el sufrimiento y el desamparo emocional causados por la muerte
o la pérdida de un ser querido. El término luto hace referencia
al proceso de reacción ante la pérdida y la muerte, a las
ceremonias, particulares en cada cultura, que se realizan
cuando una persona muere en una comunidad [8].
El concepto abarca conmemoraciones, honras fúnebres, velatorios,
vestimenta de luto, etc. Esos ritos son importantes cuando
se organizan y definen las reacciones de duelo inmediatamente
después de la muerte [9].
Una ceremonia culturalmente adecuada para dar el último adiós,
que brinda la posibilidad de decir adiós y manifestar el cariño
al difunto, normalmente surte un efecto positivo en el proceso
de duelo. Ayudará a los deudos a aliviar sus posteriores sentimientos
de ira y culpa [10].
"Se niega a las personas
desaparecidas un lugar entre los vivos, así como un lugar
entre los muertos" [11].
Las circunstancias pueden dificultar
el proceso de duelo, en particular cuando un miembro de la
familia está desaparecido. En ese caso, no se realizará una
ceremonia para dar el último adiós, pues se desconoce lo que
ha acontecido al ser querido. Con frecuencia, los familiares
tienen que enfrentar los problemas económicos, jurídicos y
sociales que puede traer aparejados una desaparición. Por
ejemplo, muchas de las personas desaparecidas eran el sustento
económico del hogar y, tras la desaparición, los familiares
afrontan una pérdida del ingreso. Cuando no existe un reconocimiento
oficial de la condición de personas desaparecidas, es posible
que los familiares no reciban el apoyo que normalmente se
presta en casos de fallecimiento. En algunas culturas, la
ley prohíbe que las mujeres vuelvan a casarse hasta varios
años después de la desaparición de sus maridos [12].
Además, puede ser difícil obtener asesoramiento jurídico.
Algunas familias gastan el dinero de que disponen para obtener
ese asesoramiento; pero, la mayor parte de ellas no pueden
costearlo, no saben dónde y cómo conseguirlo o no se atreven
a solicitarlo.
Duelo complicado
Ciertos rasgos particulares caracterizan
a la persona en duelo. Por lo general, ésta experimenta sensaciones
somáticas de angustia, siente un nudo en la garganta, dificultades
para respirar, además de mucha tensión y fatiga. Asimismo,
es muy común que tenga pensamientos con la imagen del pariente
perdido y sentimientos muy intensos de culpa. Además, la persona
en duelo a veces pierde calidez en las relaciones con los
demás y experimenta sentimientos de hostilidad. El comportamiento
de una persona en duelo profundo también muestra cambios considerables.
Puede parecer hiperactiva e inquieta, pero al mismo tiempo
es incapaz de iniciar o de mantener una actividad organizada.
También es muy común que estas personas eviten situaciones
que podrían recordarles a la persona que han perdido. La duración
de estas reacciones de duelo depende de lo que la persona
logra hacer a través del duelo. Esto incluye readaptaciones
al entorno en que ha desaparecido el allegado y la creación
de nuevas y sólidas relaciones [13].
El duelo patológico suele ser una experiencia muy intensa
e incontrolada de sensaciones y comportamientos que son normales
durante el duelo. Asimismo, en el caso de personas desaparecidas,
puede impedir el luto o el curso del proceso de duelo [14].
En estudios recientes, se ha demostrado que el proceso de
elaboración del duelo se vuelve particularmente difícil cuando
las circunstancias de la muerte representan una amenaza para
las concepciones de la persona en cuestión o cuando recibe
escaso apoyo social [15].
Los familiares de personas desaparecidas
experimentan el duelo de manera diferente de quienes lloran
la muerte de seres queridos. Por lo general, en el caso de
personas desaparecidas, no se realiza una adecuada ceremonia
para dar el último adiós. Muchos profesionales de la salud
mental han observado que si los familiares optan por aceptar
la muerte de la persona desaparecida, sienten que la están
"matando" [16].
O pueden tener fantasías de que su ser querido está viviendo
en algún lugar lejano y que no vuelve a casa porque no le
está permitido, o que está en prisión. Por ejemplo, durante
la campaña de Anfal en Kurdistán (1987-1989), tuvieron lugar
ejecuciones y desapariciones masivas de varias decenas de
miles de no combatientes (incluidos niños y mujeres). En otros
casos, se dio muerte a todos los habitantes de algunos poblados.
La gente sabía de historias sobre pelotones de ejecución.
Aún así, se mantenían ciertas esperanzas sobre la base de
rumores según los cuales, nacionales kurdos estaban retenidos
en centros secretos en el desierto para futuras negociaciones,
y combatientes de la guerrilla kurdos eran sometidos a la
esclavitud [17].
De todos modos, las esperanzas de los familiares de encontrar
a sus seres queridos con vida no pueden ser consideradas totalmente
irrealistas, porque muchos kurdos han encontrado asilo en
otros países [18].
Las personas que no cuentan con
la posibilidad de llorar a su ser querido fallecido pueden
no ser capaces de realizar efectivamente el duelo y pueden
sufrir la detención del proceso de duelo o reacciones atípicas
[19].
La incredulidad continua acerca de la muerte de un ser querido
impide a las personas iniciar el proceso de duelo normal e
implica un riesgo elevado de duelo complicado. Se ha observado
que los familiares de personas desaparecidas tienen más ansiedad
y trastornos por estrés postraumático (TEPT) [20]
que los familiares de personas fallecidas [21].
Pueden padecer insomnio, pensamientos con imágenes de los
muertos, períodos imprevisibles de ira, ansiedad, culpa del
sobreviviente, paralización de emociones y retraimiento respecto
de los demás. Estos síntomas son típicos del duelo crónico
e irresuelto, así como del TEPT [22].
Los criterios para diagnosticar
un duelo complicado suelen ser insuficientes, y en el caso
de pacientes que sufren de duelo complicado y prolongado se
ha diagnosticado un trastorno depresivo. Existe el riesgo
de que se subestime la frecuencia de problemas psicológicos
derivados de la muerte o la desaparición de un ser querido
y de que, por error, se diagnostique un trastorno depresivo
en muchas personas que, en realidad, padecen un duelo complicado.
El duelo complicado y prolongado debería ser claramente diferenciado
en las clasificaciones de trastornos mentales [23].
Muchos familiares de personas
desaparecidas tienen sentimientos de culpa, aunque en diferentes
grados. Para superar ese sentimiento, deben poder expresarlo
claramente. Por lo tanto, no es adecuado tratar de eliminarlo
explicando a los familiares que no podrían haber hecho nada
para ayudar a las víctimas. Es mejor reconocer los sentimientos
de culpa y decir a los familiares que se trata de una reacción
normal. De este modo se puede ayudar a que una persona deje
de sentir que es totalmente incapaz de sobrellevar la situación
y que, en cambio, tiene algún control sobre ella. También
puede explicar por qué las personas suelen fantasear con situaciones
en que podrían haber salvado a sus seres queridos, pero no
lo hicieron. Estas fantasías dan lugar a un fuerte sentimiento
de culpa, pero al mismo tiempo tienen una importante función
de protección de la estima personal y la autodeterminación.
Los sentimientos de culpa pueden servir para ayudar a superar
mejor las retraumatizaciones; especialmente en el caso de
los niños, es más fácil lograr que se expresen a través de
dibujos. Huelga decir que se debe evaluar la profundidad de
esos sentimientos: un sentimiento de culpa excesivo genera
una depresión y un TEPT, que requieren un tratamiento adecuado
[24].
Diferencias en el modo de guardar
luto
Licencia por luto
La aceptación de la aflicción
como un proceso normal tras la muerte difiere de manera significativa
de una cultura a otra. En muchas culturas de Europa occidental,
no se acepta que el duelo abarque un período prolongado. Por
ejemplo, en Finlandia y en Dinamarca sólo se concede un día
de licencia por duelo tras la muerte de un familiar cercano.
En Grecia, el período de luto es de una semana y, en Israel,
de cuarenta días. En este país, no se deja sola a la persona
en duelo, sino que se la acompaña durante todo el período
del luto. En algunas partes de Ghana, la persona que ha perdido
a un allegado es acompañada por un amigo cercano o un pariente
quienes atan, literalmente, un lazo entre ellos. El acompañante
sigue a la persona en duelo adonde ésta vaya [25].
Las maneras en que se aborda la muerte en las culturas no
occidentales incluyen muchos elementos destinados a reconfortar
a los parientes y amigos cercanos. En los países occidentales,
los acontecimientos que rodean a la muerte y la agonía suelen
suprimirse, y las personas ancianas y enfermas son dejadas
al cuidado de profesionales en instituciones, y no de sus
familiares [26].
Ritos funerarios en diferentes
culturas
Los ritos funerarios permiten
a los individuos reaccionar ante la pérdida y la muerte de
un allegado. En todas las culturas, tras el fallecimiento
de una persona, se realizan ceremonias tanto para los fallecidos
como para sus deudos. Los ritos ayudan a la persona en duelo
a entender que la vida debe continuar, así como a reintegrarse
en la sociedad [27].
Una de las principales funciones de los funerales, en cualquier
cultura, es reconocer en una ceremonia pública la vida y los
logros de la persona fallecida, honrarla y recordar sus mejores
aspectos en vida, antes de enviarla al mundo espiritual en
que crea la comunidad. Los niños deberían participar en los
ritos que acompañan la muerte de un familiar, pues es una
forma de ayudarles a entender lo que ha sucedido y a aceptar
la muerte del ser querido. Asimismo, puede ser útil para ellos
ver el cadáver del pariente fallecido. No obstante, deberían
considerarse muchos factores, por ejemplo la edad del niño,
la relación con el fallecido y las lesiones físicas que presenta
el cadáver [28].
Los ritos difieren significativamente
según las culturas. Por ejemplo, en la tradición budista,
los funerales no son una ocasión para expresar lamentos, pues
los budistas creen en la reencarnación. Comúnmente se utilizan
símbolos de renacimiento, como el arroz. Por otro lado, puede
ser particularmente difícil para los budistas aceptar la muerte
violenta de sus parientes, pues se cree que es imposible que
una persona tenga una buena reencarnación, si su mente está
llena de pensamientos malignos como resultado de una muerte
violenta [29].
Los fantasmas son característicos
del duelo en muchas culturas. Los fantasmas y los espíritus
suelen ser el medio a través del cual los muertos pueden comunicarse
con los vivos o pedir a éstos que se reúnan con ellos. No
es inusual que una persona en duelo se sienta poseída por
espíritus, oiga las voces de sus antepasados y sienta que
está siendo castigada por haber sobrevivido. En Zimbabue,
los espíritus de los antepasados cumplen un papel fundamental
en la vida de muchas familias, pues las guían y orientan.
Para que un espíritu de los antepasados pueda realizar esta
tarea, la persona fallecida debe ser objeto de honras fúnebres
y un rito tradicional especial. Un espíritu que no ha sido
honrado no tiene reposo ni calma, y lleva mala suerte a la
familia y a toda la comunidad [30].
Por ello, el terapeuta que no conoce las influencias culturales
puede malinterpretar los signos normales del duelo [31].
Duelo en tiempo de guerra,
violencia política o represión estatal
El terror colectivo implica, para
una población, compartir una negación: saber lo que no se
debe saber. Las emociones se suprimen y reprimen [32].
Sabemos, por el centro de rehabilitación en Aceh, Indonesia,
que los cadáveres de personas muertas durante violentos enfrentamientos
habían sido recogidos en la oscuridad por otros individuos,
con la esperanza de que nadie los viera. En Zimbabue, los
funerales de personas muertas en tiempo de disturbios políticos
suelen realizarse en secreto, y sólo algunos familiares asisten
a la ceremonia. En los funerales tradicionales normales, en
cambio, participaría toda la familia y la comunidad [33].
Un estudio controlado en Honduras mostró que las familias
de personas desaparecidas presentan el doble de síntomas de
estrés que las familias donde nadie ha muerto en los diez
años previos y las familias que han perdido a uno de sus allegados
en un accidente. El ambiente de miedo y aislamiento en que
viven los familiares de personas desaparecidas puede ser un
factor importante [34].
Un grupo de trabajadores de la salud mental que presta servicio
en Guatemala en favor de niños cuyo padre ha muerto en ataques
terroristas observó que, a menudo, éstos están aislados de
la comunidad, porque sus padres son considerados como "el
enemigo". Mencionan que los conceptos médicos occidentales
tradicionales, que describen algunos síntomas y patrones comportamentales
como prueba de "trastorno por estrés postraumático"
no logran explicar el trauma a que estos niños han sobrevivido
y que siguen experimentando [35].
Problemas especiales en el
caso de los refugiados
El duelo y los preparativos para
un entierro suelen resultar problemáticos en el caso de los
refugiados. Muchos de ellos tienen parientes que han sido
ejecutados y enterrados en fosas comunes, sin funeral ni cremación.
En numerosos países africanos, los deudos tradicionalmente
entierran a sus muertos cerca de la casa familiar, y en algunas
culturas, es importante que los cadáveres sean devueltos a
su tierra natal para el entierro [36].
Cuando los ritos funerarios no
se realizan de manera adecuada, es posible que se genere un
duelo crónico y que aparezcan síntomas clínicos de TPET. Las
personas pueden tener pensamientos intrusivos y, a veces,
sentir que las visitan fuerzas sobrenaturales, sea durante
el sueño, sea en vigilia. Sienten que los espíritus de sus
familiares fallecidos las visitan. Refugiados mozambiqueños
contaron que cuando una persona "ha muerto perturbada,
su espíritu queda perturbado". Un espíritu debería ser
objeto de un entierro adecuado, seguido de una ceremonia,
dado que la pérdida de un familiar puede originar problemas
psicológicos, como una intensa culpa de sobreviviente [37].
Si no se reconocen estos síntomas como aspectos culturales
del luto, se puede concluir, erróneamente, que estos refugiados
sufren trastornos psicológicos [38].
Se debería alentar a las comunidades
de refugiados a reestablecer las instituciones tradicionales,
como los lugares para rendir culto a los muertos. Éstos pueden
ser lugares en los que las personas en duelo pueden comunicarse
de manera adecuada con las personas fallecidas y resolver
las cuestiones de culpa. Los grupos de inmigrantes suelen
disponer de sociedades o comités para entierros, que organizan
entre los miembros la movilización de recursos para destinar
a funerales [39].
A fin de lograr una recuperación adecuada después de una pérdida
o un trauma, es fundamental saber cuáles son los sistemas
simbólicos, las creencias culturales y los ritos de curación
aceptados tanto en la cultura de origen como en la sociedad
anfitriona [40].
Duelo comunitario
El propósito de las ceremonias
tradicionales no es sólo elaborar el duelo individual. La
destrucción de los valores comunitarios se vive de manera
diferente en culturas donde las personas se consideran, ante
todo, miembros de una comunidad, y no individuos separados,
a la manera occidental. Brindar asistencia en el plano individual
puede no tener ninguna utilidad si la persona vuelve a una
comunidad local que está en estado de duelo colectivo. Por
ejemplo, en Zimbabue, la familia de una víctima exhumada expresó
con vehemencia que no sólo sus miembros, sino los de toda
la comunidad habían sido ofendidos por el asesinato de su
familiar y que, por lo tanto, la comunidad también necesitaba
ser incluida en el proceso de duelo y recibir una curación
adecuada [41].
El duelo comunitario contribuye a que las personas en duelo
se reincorporen en su comunidad social y satisfagan su necesidad
de recibir un apoyo social adecuado [42].
Revelación de la información
El significado de revelar la
información
La desaparición de un pariente
es una pérdida que no puede llorarse adecuadamente. El hecho
de no poder realizar un funeral es traumatizante tanto en
casos de desapariciones como en el de personas que han sido
asesinadas brutalmente [43].
Los familiares sólo pueden iniciar el proceso de duelo normal
cuando han recibido la partida de defunción. Tienen derecho
a saber lo que ha acontecido a la persona desaparecida. Sin
embargo, la verdad suele ser horrorosa, especialmente si hay
pruebas de que la persona ha sufrido. Se debe prestar un cuidado
particular a la manera en que se revelará la verdad. Lamentablemente,
las circunstancias, por lo general, están lejos de ser ideales
y, por diversas razones económicas y políticas, no es posible
prestar la asistencia adecuada. En tiempo de violencia organizada
y de represión política, los asesinatos están rodeados de
secreto, silencio y miedo.
Idealmente, la situación de la
familia y el contexto cultural, religioso y social deberían
evaluarse en detalle, antes de revelar información sobre una
muerte. Los familiares deberían recibir toda la información
relativa a la muerte de su pariente. La mejor manera es dar
la mayor cantidad posible de detalles concretos [44].
Se debería elegir cuidadosamente a la persona que estaría
a cargo de revelar la información, por ejemplo un funcionario
que haya sido formado para esta tarea, como un asesor. La
manera más adecuada sería brindar la información en un lugar
donde los familiares se sientan seguros. Debería informarse,
en primer lugar, a los parientes adultos más cercanos, y darles
el tiempo de reaccionar. Los funcionarios también deberían
informar a los niños, porque en general los adultos tienden
a ocultarles la verdad para protegerlos [45].
Los niños necesitan atención especial.
Se les debería explicar lo que ha sucedido y deberían participar
en el proceso de duelo que sigue a la muerte o la desaparición
de un pariente. Si tratamos de que los niños olviden la cuestión,
sólo les estamos haciendo un daño. Olvidar no es la solución
[46].
Ocultar la verdad a los niños puede tener graves consecuencias
en el futuro [47].
Es importante que los niños sepan lo que ha ocurrido a sus
parientes, además de cómo y por qué, sobre todo porque los
niños mismos harán preguntas al respecto [48].
Una persona que ha experimentado acontecimientos traumáticos
de niño y que no los ha solventado puede reaccionar muy fuertemente,
incluso muchos años después, cuando le suceda algo menos traumático.
Se ha observado, asimismo, que una persona puede crear una
respuesta traumática por una pérdida anterior y no resuelta,
exactamente cuando alcanza la misma edad que la persona que
ha fallecido [49].
Sabemos, según información proveniente
de centros de rehabilitación en América Latina, que algunos
hijos de personas desaparecidas buscan apoyo psicológico por
primera vez, cuando han alcanzado la edad del progenitor desaparecido
[50].
Ejemplos recientes en Argentina
muestran que la revelación de la verdad puede llegar a ser
muy complicada. Entre 1976 y 1983, arrebataron los hijos a
mujeres que dieron a luz en centros de detención secretos.
Algunos de ellos fueron entregados a parejas sin hijos, vinculadas
con las fuerzas armadas o la policía, para que los criaran
como si fueran suyos. Los familiares se esforzaron por encontrar
a estos niños e identificarlos con el propósito de restablecer
su identidad personal y familiar. Aunque el bienestar y el
interés de los niños han sido considerados prioritarios en
el curso de este proceso, no cabe duda de que el hecho de
comunicarles que los únicos padres que hasta el momento han
conocido no son sus verdaderos padres les provocará un trauma
psicológico. Pero hay casos peores: cuando, por ejemplo, se
debe comunicar a un niño que los padres adoptivos podrían
haber sabido del asesinato de sus padres biológicos, o haber
incluso participado en él.
Riesgo de sufrir retraumatización
y cómo reducirlo
El hecho de revelar información
concreta sobre lo que ha acontecido a un pariente desaparecido,
como mostrar fotografías del cadáver de la persona fallecida,
siempre implica un riesgo de retraumatización. Así, se ha
planteado con frecuencia la pregunta de si es beneficioso
que la familia vea los restos de sus seres queridos, en particular
cuando hay pruebas de que han sufrido, por ejemplo de que
han sido torturados. No obstante, se ha hallado que el hecho
de mostrar los restos de la víctima favorece un proceso de
duelo normal [52].
Los siguientes puntos deberían considerarse antes de proponer
mostrar los restos mortales:
Preguntar:
se debería preguntar a los familiares si desean ver el cadáver
y se les debería informar acerca del riesgo de retraumatización.
Para algunas personas, podría ser una experiencia difícil
de soportar.
Preparar:
antes de dar a los familiares la oportunidad de ver el cadáver,
se les debería informar acerca de las condiciones en que éste
se encuentra, por ejemplo si está mutilado o si presenta heridas
de gravedad. Esa información debería comunicarse después de
una minuciosa preparación de los familiares.
Apoyar: se
debe prestar apoyo psicosocial antes, durante y después de
revelar la información.
Ofrecer tratamiento:
se debe seguir de cerca la situación de los familiares para
evaluar cómo sobrellevan la noticia. En caso de retraumatización,
se debería ofrecer un tratamiento psicológico. En función
de las posibilidades, el tratamiento debería ser, en primer
lugar, individual y, luego, si la persona lo desea, grupal.
Al formar los grupos, es importante asegurarse de que los
participantes hayan tenido experiencias similares. También
es útil que se encuentren en diferentes etapas del proceso
de duelo [53.
Exhumaciones
En el mundo, existen muchos grupos
especializados en el ámbito de exhumación, identificación
e investigación de la causa de la muerte y de los medios con
que se dio muerte a individuos enterrados junto a otros cadáveres
o individualmente en tumbas no señaladas. Mediante la exhumación,
se puede obtener información acerca de lo que ha acontecido
a víctimas de ejecuciones extrajudiciales, pues los cadáveres
pueden contener pruebas objetivas y científicas de los crímenes
cometidos. A través de la documentación forense, se puede
responsabilizar a los Gobiernos. El conocimiento de estos
hechos puede prevenir futuros crímenes.
Una razón importante para realizar
exhumaciones es que pueden ser fuente de información, para
los familiares, sobre la suerte que han corrido sus parientes
desaparecidos. Pueden, además, permitir que los familiares
rindan honor a la persona fallecida según las modalidades
correspondientes a su cultura [54].
Por ejemplo, en Guatemala, la razón principal por la que las
comunidades solicitan una exhumación es para encontrar los
restos mortales de sus familiares desaparecidos. Rara vez
las personas desean enjuiciar a los responsables, sea por
temor, ya que por lo general viven en la misma comunidad que
el autor del crimen, sea por desconfianza respecto de un sistema
jurídico en que los ex militares aún tienen poder, sea por
limitaciones económicas [55].
En 1988, cuando se exhumó una fosa clandestina en un pequeño
poblado guatemalteco, el miedo fue tan intenso que ningún
familiar fue a identificar los restos mortales [56].
El proceso de exhumación puede
retraumatizar a los parientes o a los miembros de la comunidad.
Por ello, cuando se efectúa una exhumación, es fundamental
prestar apoyo en salud mental tanto individual como colectivamente.
Se deberían tomar en cuenta todos los puntos arriba mencionados
sobre cómo reducir en lo posible los riesgos de retraumatización,
ofreciendo la posibilidad de ver los restos del ser querido.
Dicho apoyo es necesario antes, durante y después de la exhumación.
Antes: el
equipo debería visitar la comunidad y dar a los familiares
la oportunidad de contar su historia. Se les debe explicar
por qué se realiza la exhumación, cómo se procede, de qué
modo se identifican los huesos, etc.
Durante:
el hecho de ver los restos mortales del ser querido con signos
de que ha sufrido puede provocar reacciones emocionales graves.
El equipo de salud mental debería estar allí para apoyar a
los familiares, hablar con ellos, ayudarlos a recordar y dignificar
lo que en vida hizo la víctima, sus cualidades, etc.
Después: se
necesita ayuda para prevenir los posibles conflictos que pueda
haber en la zona entre las víctimas y los presuntos autores
del crimen. Se puede ofrecer ayuda para la planificación de
los funerales, las ceremonias conmemorativas, las ceremonias
religiosas, así como para tratar de hallar una orientación
hacia el futuro [57].
Aunque las exhumaciones pueden
cumplir una función importante durante el proceso de elaboración
del duelo por parte de los familiares, también implican peligros
potenciales. El hecho de ver los restos mortales de un ser
querido obliga a los familiares a aceptar la realidad de la
muerte. Pueden pensar que están preparados para ello, pero
por lo general no lo están. Huelga decir que el proceso es
especialmente doloroso cuando hay evidencias de que la persona
ha sufrido antes de morir. El hallazgo de una fosa vacía también
puede ser muy angustiante para una familia que se ha preparado
para poder, por fin, enterrar los restos mortales del allegado
[58].
De acuerdo con el Manual
para la prevención efectiva y la investigación de ejecuciones
extrajudiciales, arbitrarias y sumarias
[59],
se debe remitir a los familiares y a sus representantes legales
toda información pertinente para la investigación. Se recomienda,
asimismo, que los familiares y las personas cuyo sustento
estaba a cargo de las víctimas de ejecuciones extrajudiciales,
arbitrarias y sumarias tengan la posibilidad de recibir una
compensación justa y adecuada en un período de tiempo razonable.
Reparación
El relator especial de las Naciones
Unidas sobre la cuestión de la tortura afirma que:
"...todo acto de desaparición
forzada causa a la víctima graves sufrimientos, lo mismo que
a su familia [...] En la definición de trabajo de "desaparición"
se hace referencia también a la negativa a revelar la suerte
o el paradero de esas personas o a reconocer que están privadas
de la libertad. Se trata de un acto intencional que afecta
directamente a los familiares cercanos. [...] Los funcionarios
públicos, perfectamente conscientes de que sumen a la familia
en la incertidumbre, el temor y la angustia con respecto a
la suerte de sus seres queridos, mienten maliciosamente a
esos familiares para castigarlos o intimidarlos a ellos y
a otros" [60].
En esta declaración, el relator
especial reconoce que el sufrimiento que se inflige a los
familiares de una persona desaparecida puede equipararse a
la tortura, violación grave de los derechos humanos. Con arreglo
al derecho internacional [61],
las víctimas de violaciones de los derechos humanos están
autorizadas a recibir una compensación por sus pérdidas y
sufrimiento [62].
No obstante, sabemos muy poco acerca de las necesidades de
los sobrevivientes a violaciones de los derechos humanos.
La ONG "Redress" ha iniciado un programa de investigación
relativo a las opiniones de sobrevivientes a la tortura y
de sus familiares acerca de la reparación: qué opinan al respecto,
qué expectativas tienen de obtenerlas, qué necesitan [63].
El profesor van Boven ha elaborado
un conjunto de principios básicos y directrices para las Naciones
Unidas relativas a las reparaciones destinadas a las víctimas
de violaciones graves de los derechos humanos [64].
Lamentablemente, no muchas familias de personas desaparecidas
reciben reparación. Numerosas víctimas y parientes tropiezan
con dificultades al solicitarla, y el trámite en sí puede
transformarse en una experiencia traumática [65].
Es prácticamente imposible restaurar la situación previa a
la desaparición del familiar. Incluso cuando ya han transcurrido
años de gobierno democrático, las personas deben luchar para
lograr reconocimiento y justicia. En ocasiones, las compensaciones
han sido rechazadas porque se las ha considerado "dinero
ensangrentado" [66].
Por otra parte, las compensaciones pueden tener una importancia
que trasciende su valor material. Pueden significar un reconocimiento
del hecho de que se han causado perjuicios graves [67].
Sin embargo, la reparación significa más que la compensación.
Por experiencias en los Centros de Rehabilitación con los
que el Consejo Internacional de Rehabilitación de Víctimas
de la Tortura (IRCT) colabora, sabemos que, a veces, las personas
llegan a pedir apoyo psicológico muchos años después de la
desaparición de un familiar. En numerosos países, es difícil
movilizar recursos para prestar este apoyo.
La revelación de la verdad es
necesaria para obtener justicia y reconciliación, pero, como
ha señalado REDRESS, la verdad hace justicia a las personas
que han sido victimizadas, pero no en lo que respecta a los
responsables [68].
La impunidad tras la comisión de violaciones graves de los
derechos humanos puede tener diversas e importantes consecuencias
tanto sociales como psicológicas. Aceptar que actos criminales
graves no den lugar a un proceso judicial significa negar
los hechos. No se reconoce pública u oficialmente lo que ha
sucedido, por lo que no se brinda satisfacción ni garantías
de que esos hechos no se repetirán. Así se crea una situación
en la que se viola el sentido de justicia [69].
La impunidad puede generar un intenso sentimiento de falta
de control e impotencia en las personas. Además, puede alterar
las relaciones humanas y suscitar temor, así como falta de
seguridad y desconfianza entre las personas [70].
Una madre reveló que alguien se le acercó cuando estaba en
una ceremonia de conmemoración en honor de las personas desaparecidas,
casi treinta años después de que su hijo había desaparecido,
y le dijo: "Su hijo tuvo lo que merecía" [71].
Conclusión
Por lo general, los familiares
de personas desaparecidas pasan años buscando a sus seres
queridos, al tiempo que deben hacer frente a problemas económicos,
jurídicas y sociales. La desaparición de un allegado constituye
una pérdida que no puede llorarse adecuadamente. La imposibilidad
de realizar una ceremonia culturalmente adecuada para el último
adios es traumática y puede complicar el proceso normal de
duelo. Si bien esas ceremonias son muy diferentes en cada
cultura, tienen un significado similar: reconocer la vida
y los logros de la persona fallecida. Los ritos funerarios
son un paso fundamental para afrontar una pérdida. Es importante
comprenderlos y apoyarlos cuando se trata de familiares de
personas desaparecidas. Aceptar la importancia de estos ritos
puede reducir el riesgo de que, por ejemplo, se considere
que los refugiados sufren de problemas mentales graves.
Antes de proporcionar información
sobre las personas desaparecidas, se debería preparar cuidadosamente
a los parientes; en la medida de lo posible, la información
les debería ser comunicada por un funcionario especialmente
capacitado. Se debería evaluar en detalle el contexto cultural,
religioso y social antes de revelar la información. Una partida
oficial de defunción puede permitir que los familiares inicien
el proceso normal de duelo. En cambio, la oportunidad de ver
los restos mortales puede implicar un alto riesgo de retraumatización.
El ambiente de temor y aislamiento
en que viven los familiares de personas desaparecidas probablemente
sea una de las razones por las que se sabe tan poco, hasta
ahora, acerca de sus problemas y necesidades. A pesar de que
los familiares de personas desaparecidas tienen derecho a
recibir reparación, en la práctica ello no ha ocurrido, debido
a muchas dificultades, como la falta de voluntad política
y de ayuda jurídica para hacerlo, y el posible trauma que
implicaría el hecho de solicitar la reparación.
Las desapariciones forzosas afectan
a los individuos, las familias y la comunidad en su conjunto.
A fin de prevenirlas y de prestar apoyo a los familiares,
es necesario comprender cabalmente esta compleja cuestión.
Es fundamental que esa comprensión del problema se promueva
y se refrende en el derecho internacional y los ordenamientos
jurídicos nacionales, así como en las orientaciones relativas
a las personas desaparecidas.
Margriet Blaauw es psicóloga,
titular de una Maestría en Salud Internacional, Virpi Lähteenmäki,
y una Maestría en Derechos Humanos, Consejo Internacional
para la Rehabilitación de las Víctimas de la Tortura (IRCT),
Dinamarca.
Notas
[1]
N. Sveaas, "The psychological effects of impunity",
en N.
Lavik, N. Sveaas y E. Fannemel (eds.), Pain
and Survival: Human Rights Violations and Mental Health,
Scandinavian University Press, 1994.
[2]
C. Jimenez, International
Standards: Fighting Involuntary Disappearance,
informe presentado por la Asociación para la Prevención de la
Tortura (APT) durante la "Reunión de juristas asiáticos
y latinoamericanos sobre desapariciones involuntarias: entre
la memoria y la impunidad", auspiciada por la Federación
Asiática contra las Desapariciones Involuntarias (AFAD), Yakarta,
27 de noviembre – 2 de diciembre de 2000.
[3]
Definición de "desaparición forzada de personas" de
conformidad con el artículo 7 (crímenes de lesa humanidad) del
Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, 17 de julio
de 1998: "la aprehensión, la detención o el secuestro de
personas por un Estado o una organización política, o con su
autorización, apoyo o aquiescencia, seguido de la negativa a
informar sobre la privación de libertad o dar información sobre
la suerte o el paradero de esas personas, con la intención de
dejarlas fuera del amparo de la ley por un período prolongado".
[4]
M. Horowitz et al.,
"Diagnostic criteria for complicated grief disorder",
The American Journal of
Psychiatry, julio de
1997.
[5]
Sveaas, op.cit.
(nota 1).
[6]
T. Joop de Jong, "Public mental health, traumatic stress
and human rights violations in low-income countries: A culturally
appropriate model in times of conflict, disaster and peace,
in Joop
de Jong (ed.), Trauma,
War and Violence: Public Mental Health in Socio-Cultural Context,
Kluwer Academic, 2002, p.1.
[7]
Sveaas, op.cit.
(nota 1); E. Lindemann, "Symptomatology and management
of acute grief", in
J. Mardi Horowitz (ed.),
Essential Papers on Post-traumatic Stress Disorder, New York
University Press, 1999, pp. 136-148.
[8]
J. Boehnlein, "Clinical relevance of grief and mourning
among Cambodian refugees", Soc.
Sci. Med., vol. 25, n°
7, 1987, pp. 765-772.
[9]
K. Anasarias y B. Escalante, "Healing traumatic wounds
of war", Balitang
Balay, vol. 9, n°s 2-3,
2001.
[1/0]
M. Eisenbruch, "The cultural bereavement interview: A new
clinical research approach for refugees", The
Psychiatric Clinics of North America,
vol. 13, n° 4, 1990.
[11]
Cita de Shari Eppel, Amani Trust Zimbabwe, "Healing the
dead to transform the living: Exhumation and reburial in Zimbabwe",
Regional and Human Rights´Contexts
and DNA, Universidad
de California, Berkeley, 26-27 de abril de 2001.
[12] Genocide
in Iraq: The Anfal Campaign Against the Kurds. A Middle East
Watch Report, Human Rights
Watch, Nueva York, 1993, p. 337.
[13]
Ibid.,
pp. 136-273.
[14]
M. Horowitz, "A model of mourning: Change in schemas of
self and other", in
M. Horowitz (ed.), Essential
Papers on Post-Traumatic Stress Disorder, New
York University Press, 1999, pp. 252-273.
[15]
D. Becvar, In the presence
of grief: Helping family members resolve death, dying and bereavement
issues, The Guildford
Press, Londres, p. 39.
[16] Boehlein,
op.cit. (nota
8), pp. 765-772; D. Becker et
al., "Therapy with
victims of political repression in Chile: The challenge of social
repatriation", Journal
of Social Issues, vol.
46, n° 3, 1990, pp. 133-149.
[17]
Human Rights Watch, op.cit.
(nota 12), p. 337.
[18]
ACNUR, "Background paper on Iraqi refugees and asylum seekers",
Centro de Documentación sobre Refugiados del ACNUR, Ginebra,
noviembre de 1994.
[19]
Becker et al.,
op.cit. (nota
16), pp. 133-149.
[20] Los
criterios para diagnosticar el trastorno por estrés postraumático
(TEPT) son: 1) exposición a un acontecimiento extremo, fuera
de las experiencias humanas normales; 2) reexperimentación persistente
del acontecimiento traumático; 3) evitación persistente de estímulos
asociados a la experiencia traumática y embotamiento de la reactividad
general del individuo; y 4) síntomas persistentes de aumento
del estado de alerta. Al menos dos de los síntomas siguientes:
dificultad para conciliar el sueño, irritabilidad, ataques de
ira, problemas de concentración o hipervigilancia. Manual
para la investigación y documentación eficaces de la tortura
y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, Protocolo
de Estambul, remitido
al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos, 9 de agosto de 1999.
[21]
Boehnlein, op.cit.
(nota 8), pp. 765-772; Entrevistas de Libby Tata Arcel con sobrevivientes
de la guerra entre Bosnia y Croacia, datos no publicados, IRCT
Dinamarca (de aquí en adelante, entrevistas del IRCT); G. Quirk
y L. Casco, "Stress disorders of families of the disappeared:
A controlled study in Honduras", Soc.
Sci. Med., vol. 39, n°
12, 1994, pp. 1675-1679.
[22]
Boehnlein, op.cit.
(nota 8), pp. 765-772.
[23]
M. Horowitz et al., op.cit.
(nota 4); H. Prigerson
et al., "Complicated
grief and bereavement-related depression as distinct disorders:
Preliminary empirical validation in elderly bereaved spouses",
The American Journal of
Psychiatry, 1995.
[24]
Entrevistas del IRCT, op.cit.
(nota 21).
[25] B.
Kunfah, presentación oral para el Programa de Maestría en Salud
Internacional del año 2000, Universidad de Copenhagen, Dinamarca.
[26]
B. Harrel-Bond y K. Wilson, "Dealing with dying: Some anthropological
reflections on the need for assistance by refugee relief programmes
for bereavement and burial", Journal
for Refugee Studies,
vol. 3, 1990, pp. 228-243.
[27]
Boehnlein, op.cit. (nota
8), pp. 765-777.
[28]
A. Dyregrov, "Telling the truth or hiding the fact: An
evaluation of current strategies for assisting children following
adverse events", ACCP
Occasional Papers: Child Mental Health in Europe,
n°17, 2001.
[29]
Boehnlein, op.cit. (nota
8), pp. 765-772.
[30]
Eppel, op.cit.
(nota 11).
[31] Eisenbruch,
op.cit. (nota
10).
[32] J.
Zur, "The psychological impact of impunity", Anthropology
Today, vol.10, n° 3,
junio de 1994.
[33]
Eppel, op.cit. (nota
11).
[34]
Quirk y Casco, op.cit.
(nota 22), pp. 1675-1679.
[35]
B. Lykes y M. Terror, "Silencing and children: International
multidisciplinary collaboration with Guatemalan Maya communities",
Soc.Sci.Med.,
vol. 38, n° 4, 1994, pp. 543-552.
[36]
Harrel-Bond y Wilson, op.cit.
(nota 27), pp. 228-243.
[37] Ibid.
[38] M.
Eisenbruch, "Toward a culturally sensitive DSM: Cultural
bereavement in Cambodian refugees and the traditional healer
as a taxonomis", The
Journal of Nervous and Mental Disease, vol.
180, n° 1, 1992.
[39]
Harrel-Bond y Wilson, op.cit.
(nota 27), pp. 228-243.
[40]
Boehlein, op.cit. (nota
8), pp. 765-772.
[41]
Eppel, op.cit.
(nota 11).
[42]
Eisenbruch, op.cit.
(nota 10).
[43] Minugua,
Misión de Verificación de las Naciones Unidas en Guatemala.
Procedimiento de Exhumación en Guatemala (1997-2000).
[44]
Dyregrov, op.cit.
(nota 29).
[45]
Entrevistas del IRCT, (nota 21), "Early intervention: A
family perspective", Advances
in Mind-Body Medicine, n°
17, 2001, p.170.
[46]
Lykes y Terror, op.cit.
(nota 36), pp. 543-552.
[47]
Dyregrov, op.cit. (nota
29), pp. 28-29.
[48]
Lykes y Terror, op.cit.
(nota 36), pp. 543-552.
[49]
Lindemann, op.cit.
(nota 7), pp. 136-273.
[50]
Comunicaciones personales a M. Blaauw durante su visita al Cono
Sur de América Latina en marzo de 2001 y marzo de 2002.
[51]
V. Penchaszadeh, "Genetic identification of children of
the disappeared in Argentina", Journal
of the American Medical Women´s Association,
vol. 52, n° 1, 1997.
[52]
Dyregrov, op.cit.
(nota 29), pp. 31-32.
[53]
Entrevistas del IRCT, op.cit.
(nota 21).
[54]
Unquiet Graves: The Search
for the Disappeared in Iraqi Kurdistan, Human
Rights Watch y Physicians for Human Rights, 1992, p.3.
[55]
Minugua, Misión de Verificación, op.cit.
(nota 43).
[56]
Zur, op.cit. (nota
33).
[57] Minugua,
Misión de Verificación, op.cit.
(nota 44).
[58]
Eppel, op.cit.
(nota 11).
[59]
Manual de las Naciones Unidas sobre la prevención efectiva y
la investigación de ejecuciones extrajudiciales, arbitrarias
y sumarias, Naciones Unidas, Nueva York, 1991.
[60]
Informe del Relator Especial sobre la cuestión de la tortura
y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, Doc.
ONU A/56/156, 3 de julio de 2001.
[61]
Artículo 8 de la Declaración de Derechos Humanos de las Naciones
Unidas, Res. AG 217 A (III), 10 de diciembre de 1948.
[62]
S. Cullinan, "Torture survivors' perceptions of reparation:
Preliminary survey", The
Redress Trust, 2001,
p.12.
[63]
Ibid.,
p.77.
[64]
"La administración de justicia y los derechos humanos de
los detenidos. Serie revisada de principios y directrices sobre
el derecho de las víctimas de violaciones graves a los derechos
humanos y al derecho humanitario a obtener reparación",
preparada por el señor. Theo van Boven de conformidad con la
decisión 1995/117 de la Subcomisión, Doc.ONU E/CN.4/Sub.2/1996/17,
24 de mayo de 1996. Allí se describen cuatro formas principales
de reparación: restitución:
para restablecer la situación existente antes de la violación
de derechos humanos o del derecho humanitario; compensación:
se acordará por todo perjuicio evaluable económicamente que
resulte como consecuencia del acto ilícito; rehabilitación:
incluirá atención médica y psicológica, así como otros servicios
y cuidados, a fin de que la víctima recupere su dignidad y reputación;
satisfacción y garantías
de no repetición: incluirán
verificación de los hechos y difusión pública amplia de la verdad,
una declaración oficial relativa a la ilicitud del acto cometido,
una disculpa, sanciones judiciales o administrativas a los responsables,
conmemoraciones y prevención de nuevas violaciones por medio
de medidas judiciales y administrativas.
[65]
Cullinan, op.cit. (nota
63), p. 55.
[66]
Ibid., p.
15.
[67]
N. Sveaas y N. Lavik, "Psychological aspects of human rights
violations: The importance of justice and reconciliation",
Nordic Journal of International
Law, vol. 69, n° 200,
pp. 35-52, p. 50.
[68]
Ibid., p.17.
[69]
Ibid.
[70]
Ibid.
[71]
Comunicación personal de la madre de una persona desaparecida
a M. Blaauw durante una visita al Cono Sur de América Latina,
marzo de 2001. |