Una carta para Il Duce. Animado por las victorias alemanas, Franco escribió a Mussolini para decirle que se estaba preparando para entrar en guerra
La Vanguardia - EDUARDO MARTÍN DE POZUELO - 14/07/2005
FRANCO URGIÓ AL líder fascista ayuda para así "prepararse a tomar un lugar en la contienda contra los enemigos comunes"
Seis meses antes de que Franco y Mussolini se encontraran en la localidad italiana de Bordighera, el Generalísimo escribió al Duce para anunciarle que se estaba preparando para entrar en guerra, animado por las rápidas victorias alemanas. Franco dejó creer que si recibía ayuda rápidamente, pasaba a la acción. El Duce le respondió, feliz, al saber directamente por Franco que, tal como suponía, podía contar con él. Duce y Caudillo compartieron la interpretación imperial de su propia historia.
El 13 de agosto de 1940, Inglaterra recibió una lluvia de bombas nazis sin precedentes y los italianos ya habían invadido la Somalia británica. La sensación de que el poderoso Hitler machacaba a los ingleses y que la Italia fascista era igualmente una máquina bélica engrasada se había instalado en el pensamiento de medio mundo. Dos días después, el 15 de agosto, Franco, presentándose a sí mismo como El jefe del Estado, Generalísimo de los Ejércitos Nacionales, decidió que había llegado el momento de comunicarse personalmente con Mussolini y escribió una carta a su "querido Duce"; por cierto, con dos erratas y muchos acentos gráficos abiertos en lugar de cerrados.
Como en otros documentos conservados en los Archivos Nacionales de EE.UU., la misiva en español, incautada por los aliados tras la liberación de Roma, forma parte de un paquete de documentos secretos que EE.UU. hizo llegar en 1945 a su embajada en Madrid, para que de esta forma la legación norteamericana tuviera elementos de juicio al tratar en adelante con el régimen franquista.
Franco expone el problema de alimentos y materias primas de una España en la que humea la Guerra Civil, pero anuncia su predisposición a luchar: "Desde que comenzó la actual contienda, fue nuestro propósito el hacer los mayores esfuerzos en nuestra preparación para en ocasión favorable, en guerra ajena, intervenir en ella en la medida de nuestros medios; ya que la situación de carencia de los elementos más indispensables a nuestra vida y la interrupción de comunicaciones con Italia y Alemania nos impedía, de momento, toda acción", justificó Franco.
Sin embargo, el dictador español no ocultó que el éxito militar alemán le hacía ver las cosas con más optimismo, pero al mismo tiempo alertaba al amigo italiano del aumento en la tensión entre España y los anglonorteamericanos. Por otra parte, Franco comulgaba con el ideario territorial de los fascistas:
"Las rápidas y contundentes victorias de Flandes hicieron cambiar la situación, la derrota francesa liberaba nuestras fronteras, aminorando la grave tensión que con los marroquíes sosteníamos desde nuestra campaña. A partir de este momento se aclaró nuestro horizonte, nuestra acción se hacía posible y podía tener gran eficacia, una vez superadas las dificultades de aprovisionamiento. En este camino, a la entrada de vuestra nación en la guerra nos impusimos una situación más clara, de alerta, pasando a la no beligerancia, que en el orden exterior había de tener gran repercusión; pero que despertando recelos y reacciones desencadenó una ofensiva anglo-americana contra nuestros aprovisionamientos (...) imprimiendo a nuestras relaciones con esos los países grave tensión. Las consecuencias que el vencimien-to de Francia ha de tener en la ordenación de los territorios norte africanos, me aconsejó, llegado aquel momento, encargase a mi embajador en Roma os trasmitiere las aspiraciones y reivindicaciones españolas tradicionalmente mantenidas a través de nuestra historia en la política exterior de España, hoy más vivas que nunca en nuestros idearios; territorios, cuyo dominio actual es consecuencia de aquella política franco-inglesa de predominio y de despojo, de que Italia tiene también tantas cicatrices...".
A partir de ese instante, Franco regala los oídos del Duce al informarle, o al menos hacerle creer, que España entra en guerra, hecho que queda ratificado para Mussolini con la explicación de que Franco ya ha pedido suministros a Alemania. De este modo, si Mussolini desconfía, sólo tiene que llamar a Berlín, donde le confirmarán que, ciertamente, hay negociaciones secretas España-Alemania en torno al sempiterno problema del aprovisionamiento español. Sólo falta que Italia ayude también y Franco urge esa ayuda, necesaria para entrar enseguida en combate: "Así, a la aportación que España hizo al establecimiento del nuevo orden, con nuestros años de dura lucha, ofrece una más al prepararse a tomar un lugar en la contienda contra los enemigos comunes. En este sentido hemos solicitado de Alemania los elementos indispensables a la acción, impulsando preparativos y haciendo todos los esfuerzos para mejorar en lo posible la situación de abastecimiento. Por todo ello comprenderéis la urgencia en escribiros para pediros vuestra solidaridad en estas aspiraciones para el logro de nuestra seguridad y grandeza con la reciprocidad más absoluta de nuestro apoyo para vuestra ´espansión´y vuestro futuro. Con mi mayor admiración hacia los bravos camaradas Italianos que tan gloriosamente luchan, os envío mi más cordial afecto. F. Franco".
Il Duce del Fascismo y Capo del Governo tardó diez días en responder desde Roma a su "caro Franco". Su contestación, que lleva fecha del 25 de agosto, es grandilocuente y de comprensión hacia la posición explicitada por el Generalísimo: "Querido Franco. Le agradezco la carta que me envió y en la que analizaba la situación de España en la actual fase de guerra. Me place decirle de entrada que su carta no me ha sorprendido. Siempre he pensado que desde que empezó la guerra, ´Vuestra´ España, es decir, la España de la Revolución falangista, no habría podido permanecer neutral y que finalmente de la neutralidad pasaría a la no beligerancia y finalmente a la intervención. Si esto no ocurriera, España se alejaría de la historia europea, sobre todo de la historia del mañana que será determinada por las dos potencias victoriosas del Eje".
La retórica mussoliniana sirve al Duce para indicar a Franco que la solución de "sus problemas africanos" pasa por la intervención, pues, afirma, de lo contrario no tendrá justificación moral para resolverlos. Tras la advertencia, Mussolini le pide que entre en guerra y arremete contra los enemigos que considera comunes: "Me doy cuenta de que después de tres años de Guerra civil, España necesita un largo periodo de calma. Pero los eventos no lo consienten, y su situación económica interna no empeorará si usted pasa de la no beligerancia a la intervención. Deseo decirle, querido Franco, que yo con estas consideraciones objetivas no intento mínimamente influir en la toma de sus propias decisiones. Estoy seguro de que sus decisiones serán, como siempre, en defensa de los intereses fundamentales de vuestro pueblo y también estoy seguro de que usted no dejará pasar esta ocasión para ofrecer a España su espacio vital africano. Ninguna duda que -después de Francia- Gran Bretaña será derrotada. El régimen inglés vive hoy de un único elemento: la mentira". Y al final, la promesa: "No tengo necesidad de decirle, por lo que respecta a sus aspiraciones, que usted puede contar con la plena solidaridad de la Italia fascista. Le ruego, querido Franco, que reciba mis más cordiales saludos de camarada. Firmado: Mussolini".
Investigación: Eduardo Martín de Pozuelo Edición: Iñaki Ellakuría Documentación: C. Salmurri, F. Martínez Mañana: "Franco, el nuevo amigo de Estados Unidos" / 6
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