Una cruz para la democracia
El Valle de los CaÃdos, sÃmbolo del franquismo, sigue siendo el lugar emblemático del fascismo español
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27/11/2010 JOSÉ RAMÓN Villanueva
Cada año, en torno al 20 de noviembre, se suceden las mismas escenas de los nostálgicos del franquismo queriendo honrar a Franco en el Valle de los CaÃdos, imágenes que, como viejos espectros del pasado, agitan nuestra memoria reciente cual si se tratara de una pesada cruz que todavÃa arrastra nuestra democracia 35 años después de la muerte del dictador.
El Valle de los CaÃdos, imponente y faraónica memorial, sÃmbolo por excelencia del franquismo, sigue siendo sin duda el lugar más emblemático para el fascismo español. AsÃ, en la página web de la Fundación Francisco Franco hallamos un amplio dossier bajo el engañoso tÃtulo de Lugar de reconciliación y de paz en el que podemos leer todo un cúmulo de despropósitos escritos en el más rancio lenguaje de otras épocas, llegándose incluso al cinismo de denunciar la que califica de «campaña contra el Valle de los CaÃdos con la pretensión de convertirlo en un monumento laico, desatada desde sectores comunistas y que propugnan la ruptura de la unidad de España, con datos inexactos, cuando no tergiversados». Resulta igualmente indignante el que la Fundación franquista, ignorando deliberadamente la realidad histórica, sigue negando que dicha obra fue realizada por presos polÃticos republicanos, que muchos de ellos murieron durante los 20 años que duró su construcción.
Los franquistas de ayer y de hoy siempre han querido presentarnos el Valle de los CaÃdos como «un monumento representativo de la reconciliación nacional» por el hecho de que en el mismo hay enterrados casi 40.000 españoles que lucharon en ambos bandos durante la guerra civil. Esa misma idea, ya la recogió el corresponsal en Madrid del New York Times el dÃa de su inauguración, el 1 de abril de 1959, el DÃa de la Victoria en el calendario del régimen y cuando se cumplÃan los 20 años del final de la contienda: en pleno idilio anticomunista entre el régimen y los EEUU, en dicha crónica, se podÃa leer que, con este monumento, «Franco ofreció el ramo de olivo de la paz a los millones de españoles que entre 1936 y 1939 lucharon al lado del Gobierno republicano vencido». Y sin embargo, nada más lejos de la realidad: ni el franquismo se reconcilió con los vencidos pues todavÃa quedaban 16 duros años de dictadura, ni este memorial, por su origen, su significado, su construcción (realizada, para mayor ignominia con el trabajo y sufrimiento de miles de presos polÃticos republicanos entre 1940 y 1959) ni por su objeto último (ser lugar de enterramiento del dictador y de José Antonio Primo de Rivera), tenÃa nada que ver con una ansiada y necesaria reconciliación entre las dos Españas desgarradas por el enfrentamiento fratricida y por las consecuencias del mismo.
Ante esta situación, en estos últimos años, diversas asociaciones memorialistas han querido poner las cosas en su sitio. Ahà están las iniciativas de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), los Foros por la Memoria, o la Asociación de Familiares y Amigos de Represaliados por el Franquismo (AFARIIREP) tendentes a adecuar y redefinir el sentido que debe tener el Valle de los CaÃdos en nuestra sociedad democrática. Algo se ha avanzado con la Ley 52/2007 de la Memoria Histórica, que en su artÃculo 16.2 prohÃbe la celebración en el mismo de «actos de naturaleza polÃtica ni exaltadores de la Guerra Civil, de sus protagonistas o del franquismo», pero no es suficiente. Tal y como proponen estas asociaciones, resulta evidente que, dado que el Valle de los CaÃdos es propiedad de Patrimonio Nacional, debe ser un lugar aconfesional y, por ello, serÃa necesario desacralizar su basÃlica y trasladar a la comunidad monástica que lo habita. De igual modo, los restos de Franco y José Antonio se deben de entregar a sus familias, asà como también identificar a varios miles de combatientes allà sepultados y exhumar los restos de todos aquellos que, como fue el caso de los republicanos, fueron llevados a este lugar sin el consentimiento de sus familias, un inaudito robo de cuerpos para intentar simbolizar una reconciliación que nunca existió durante el franquismo, esto último aprobado por el Congreso de los Diputados el pasado mes de octubre. Otra de las demandas memorialistas pide que se investigue a las empresas que se lucraron durante su construcción con mano de obra esclava republicana indemnizando a sus supervivientes o a sus familias, tema éste inédito en España, a diferencia de lo ocurrido en otros paÃses como Alemania tras la derrota del nazismo. Y la exigencia fundamental: que el Valle de los CaÃdos se convierta en lo que moralmente debe ser: un Memorial que honre a las vÃctimas del franquismo y recuerde lo que la dictadura supuso en nuestra historia reciente.
Miembro de la Asociación Aladrén
http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/noticia.asp?pkid=627739